Alegra saber (…) que el trabajo de una, esa batalla eterna / interna con la palabra, llega: comunica.
domingo, 10 de agosto de 2008
SE BUSCA EL AMOR EN LA CIUDAD
1.
Es verdad, en tu nombre, persiguiendo
las más oscuras metamorfosis de tu ser
atravesé las calles / erré esquinas
y en la punta del más alto edificio supliqué
Tu mirada entonces como el ónix más puro
sólo reverberaba
al ritmo de la ira o el desdén
2.
Extinguido el círculo de pasión en que tu cuerpo
danzara acompasado junto al mío
impasible apelaste al silencio
y el afán, el deseo y la entrega
volvieron la mirada hacia adentro
hasta encontrar
a ese mezquino tuyo que dormía
y se lanzó una tarde
por la oculta avenida
donde ninguna luz detiene el mal
3.
Lentamente
como la crisálida cuando cambia de piel
te despojaste de esa mi piel que te cubría hasta la asfixia
Hasta en sueños, posesa, te seguía
te llenaba de gritos imposibles
escaleras de angustia y ramblas encantadas
pasajes donde mi cuerpo
de vuelta a la vigilia te buscaba
atisbando en la niebla
la más ligera huella de tu paso
para adherirme a ti, a tu olor y a tu forma
vagando entre los muros de una ciudad sitiada
4.
Esta ciudad es más bien una isla
y esta isla el tinglado donde asoman
un príncipe de palo y su muñeca en llamas
Solían hallarse a la luz del insomnio
cuando a los muros sigilosos trepaban
el rumor de las calles
o el silbido de algún quieto mendigo
Él era arisco y se dejaba amar
ella le recorría suavemente
el tibio contorno de los miembros
y en la penumbra invocaba los nombres
de esa emoción que con él le nacía
como una fuente primitiva de ecos
o una cadencia líquida de signos
Las nacientes palabras vertían
un salmo de exaltación y de ternura
al tenderse los dos alternando en la almohada
a labrarse en el torso un tatuaje de besos
5.
¿Era el índice o el medio
la vara que celosa medía mi epidermis
viajando por los pliegues y el recodo
pulsando entre los poros
el dormido delirio y el resplandor del vértigo?
Como rey una tarde
el bosque de mis vértebras uncías
o hilabas con dulzura
la enrevesada trama de mi cuerpo
Dedo del corazón:
al confín / en la punta del alba
desplegabas mis párpados
me entreabrías el pecho
y al rozarme un instante poseías
la desnuda mentira de mi entrega
Faro de la iridiscencia y la plegaria
de la infinita búsqueda en la carne
de mi sordo aferrarse a tu costado
al oficio de fuego de tu lengua:
tientas la oscuridad y la tibieza
traes la plenitud y me abandonas
adivino y ausente cual los dioses
inaudito testigo que me pierde
6.
Cuántas veces tejida entre la noche
tu cabeza de pino y alabastro
ha rodado hasta mí
Alimañas muy finas le lamían los ojos
y el cabello, como cien cuerdas tensas,
lanzaba un acorde salmodiando
la dulce melodía que sonaba
cuando en la piel dormida me tenías
anudada en la sombra a tu cintura
a tu ilusión de besos y caricias
temerosa del haz que descubriera
el paisaje alevoso del amanecer
tu cabeza de pino y alabastro
ha rodado hasta mí
Alimañas muy finas le lamían los ojos
y el cabello, como cien cuerdas tensas,
lanzaba un acorde salmodiando
la dulce melodía que sonaba
cuando en la piel dormida me tenías
anudada en la sombra a tu cintura
a tu ilusión de besos y caricias
temerosa del haz que descubriera
el paisaje alevoso del amanecer
7.
Temía la ciudad
lo que la excede y justifica
sus largos edificios coronados de palomas y aljibes
los secos labios del viento
el ulular de relojes y antenas
el vaho de la calzada en el invierno
las viejas ataviadas de armiño
y esos jóvenes golfos
suplicando una noche en el muelle una pose de afecto
como yo enfebrecida buscando tu perfil en el tiempo
en el ardor del bar
trepada en una berma
ante un perro que ladra
tu perfil y tu frente
enquistados en mí
dueños de la ciudad en que partías
en dos mi corazón, mi inquieto canto
lo que la excede y justifica
sus largos edificios coronados de palomas y aljibes
los secos labios del viento
el ulular de relojes y antenas
el vaho de la calzada en el invierno
las viejas ataviadas de armiño
y esos jóvenes golfos
suplicando una noche en el muelle una pose de afecto
como yo enfebrecida buscando tu perfil en el tiempo
en el ardor del bar
trepada en una berma
ante un perro que ladra
tu perfil y tu frente
enquistados en mí
dueños de la ciudad en que partías
en dos mi corazón, mi inquieto canto
8.
Olas y gente
calles y plazas desveladas
con el peso de tu imagen pasando
como si un anda invisible la arrastrara
y luego
asfalto abajo
la hundiera en ese túnel
donde la vida a otro ritmo circula
y el buen Cerbero de la garita herrumbrosa y helada
presto me arranca la moneda y los dedos
en el preciso instante en que te lleva el tren
Entonces
subo y bajo peldaños como paria
desde el andén
tu rostro reverbera en los avisos
tus espléndidos dientes
sonríen con argucia que me incita a lanzarme
a ser sólo en el aire
un punto que hacia ti vuela y estalla
se precipita en una límpida caída
un alarido triste como el último coche
oscuro y vacío y vibrando.
calles y plazas desveladas
con el peso de tu imagen pasando
como si un anda invisible la arrastrara
y luego
asfalto abajo
la hundiera en ese túnel
donde la vida a otro ritmo circula
y el buen Cerbero de la garita herrumbrosa y helada
presto me arranca la moneda y los dedos
en el preciso instante en que te lleva el tren
Entonces
subo y bajo peldaños como paria
desde el andén
tu rostro reverbera en los avisos
tus espléndidos dientes
sonríen con argucia que me incita a lanzarme
a ser sólo en el aire
un punto que hacia ti vuela y estalla
se precipita en una límpida caída
un alarido triste como el último coche
oscuro y vacío y vibrando.
En Ónix, 2001.
El cuerpo es entonces, el alfabeto que deletrea la resistencia. Todas las prácticas amatorias, confluyen en la revelación que el yo poético realiza en torno al estremecimiento del goce. El erotismo no constituye un fin en sí mismo, sino que encarna un sinnúmero de experiencias que hacen de la palabra un espacio artístico y político. Los amantes se entregan en la ciudad sitiada. Rehuyen rincones devastados y calles demolidas, se adosan las pieles y arquen las caderas al interior de los recintos marginados, en la intermitencia de la clandestinidad y la huida. El fluído que los recorre, la pasión que los convierte, reconoce la prohibición y la violencia. El mutismo, que también obliga el tránsito y la desesperación, articula otro lenguaje posible, donde la alteridad y el descentramiento conforman la sobrevida. Son estos balbuceos, a fuerza de mordaza, los que transmutan los signos en una voz paralela. La treta consiste en cambiar el sentido del lugar que los ha expulsado, y perpetúa el romance en el revés que la conciencia metapoética obra en la re.significación.
Camila Cárdenas Neira.
Cada vértebra tuya reverbera en los intersticios de mi carne, como neblina que antecede la helada o disparos quemando golpes ciegos en la espalda. Has venido a habitarme en el susurro que crepita la madera, vulnerando los fantasmas que transitan en mi casa. Apenas la intuición de reconocerte nervioso cuando asomas, y te agitas sin saber si es por el roce, o por la fuerza que viene a sacarnos del anonimato. Podría ofrecerme desgajada, concurrida de dolores y náuseas, que se desprenden torpemente de la curva del paladar. Aunque con labios resecos, asumo la nomadía de hidratarte con mi lengua los dobleces contusos, magullados por quién sabe qué mano imperativa. Desplazo la palabra al gozne de mi sexo, donde tus dedos solamente son capaces de urdir mi resistencia.
Camila Cárdenas Neira.
SOBRE ÓNIX
El libro más célebre del tenebroso maestro Georges Bataille, L'Érotisme (...) muestra en la portada el rostro en éxtasis —ojos semicerrados, cabeza desmayada, sensual boca entreabierta— de Santa Teresa de Ávila. Como se sabe, entre sus muchas y alambicadas teorías sobre el erotismo, Bataille estableció un nexo, que pudiera ser rosado, entre el éxtasis místico y su estremecido correlato en el cuerpo: el orgasmo.
El ónix pertenece a la preciosa familia del ágata. Cuarzo. Cristal veteado ¿ónice? ¿Qué colores alternan los poemas de esta piedra? Verde oscuro, azul oscuro y oro de cristal. Existe una secreta, oscura relación de esta piedra con el embarazo y las fuerzas amnióticas.
El diseño de Ónix —borroso, con certeza, a propósito— muestra a mi entender la pared enjalbegada de un convento (¿Santa Catalina? ¿Santa Rosa? ¿Santa Teresa?). Sobre la rectangular ventana-boca inferior, las puertas superiores son ojos; y en la frente de ese rostro áspero hay un ícono: la Virgen María con el Niño en brazos.
Ejercicios espirituales (poéticos) de lírica mística. Resuena lejanamente el eco de un mensaje en clave: gritos de estatuas de ónix desbarrancándose. Hay un corpus angelicus y un corpus diabolicus; las suaves imágenes del primero revelan, como el reverso de una alfombra, las escabrosas pulsiones del segundo. El poeta recurre a la palabra sangre, como símbolo por supuesto, para realizar el matrimonio del cielo y del infierno con el elemento eucarístico por excelencia, la sangre-vino, y para flagelar al cuerpo-templo, para acometerlo, penetrarlo y desgarrarlo con espadas y venablos, al cuerpo-templo que goza y consigue la unión hipostática por intermedio del brillo y del ardor; refiriéndose al brillo afirma la teología cristiana que cuatro atributos posee el cuerpo glorioso, ese que tendremos después de la resurrección: impasibilidad, sutileza, agilidad y brillo precisamente.
A Georges Bataille le hubiese regocijado in extremis el penúltimo verso en bastardilla «con una muerte tan sabrosa» (parafraseado de La vida... de Santa Teresa). Hipóstasis o hypóstasis, palabra griega, quiere decir sustancia y alude a las tres personas de la Santísima Trinidad (persona, otra palabra griega, quiere decir máscara), pero desde el punto de vista gramatical se trata de la relación por así decirlo visceral entre dos frases, dos oraciones, dos versos. La oración ora. Oración es súplica, elevación; pero también es, racionalmente, conjunto de palabras provistas de sentido, inoculadas con el contrasentido del discurso poético.
Encuentro con Mariela:
A propósito de Ónix, libro de poemas de Mariela Dreyfus
por Miguel Rodríguez Liñán
lunes, 21 de abril de 2008
Grávida geometría de la madre:
senos como triángulos
vientre
vientre
circunferencia
piernas en espirales infinitos y altos
cual gaudí.
Y en medio,
la carnosa certeza del ombligo,
tripa que comunica el afuera
y adentro, donde un cuerpo
invasivo se aferra a otro cuerpo.
Se colora el abdomen de azulados
canales
el matiz de las venas que bombean
duplicado el volumen de la sangre.
Redondísima forma es la silueta
de la madre crecida y parturienta:
esculpida en el tiempo y la materia
en la dermis, el músculo y el nervio.
Del pecho fluye ya el calostro río
y el puente de la pelvis se levanta.
Pero el centro es la esfera -digo,
vientre-.
Su convexa armonía y su balance.
Vientre, cántaro y fuente:
esférica mansión labrada en carne.
(Fragmento de Pez, 2005).
Avanzas en tu gestación y en la ciudad el peligro se gesta
Crece la vida en el noveno mes de este año impar en sus guarismos: cero uno cero uno cero uno
Y tú que eras la nada el cero el huevecillo de pronto aúnas células y huesos y te tejes
En mi casa interior te tejes protegido del sol te tejes inventando tu forma cauto tejes
Al trasluz tus dos brazos se agitan tus dos piernas ya danzan tus porosos pulmones aspiran expiran aspiran
(Fragmento Pez, 2005).
Las piernas de la ciudad eran dos torres su centro una colmena repleta de gente moviéndose como te mueves tú que nadas en mi río
Pero ellos nadan en la agonía de su suerte en fragmentos y esquirlas desplazados
De una torre a la otra de una cúspide ardiendo a la segunda brilla el fuego interior de las múltiples voces de todas las naciones de lenguas extranjeras que en mi único cuerpo se confunden
Ardiente magma inadvertido gólem que no del barro nace sino de las cenizas
Ardiente magma inadvertido gólem que no del barro nace sino de las cenizas
Se calcina la carne en la ciudad las abiertas ventanas al vacío inmolan o disparan gruesas formas que en la amplitud el aire son apenas oscurecidos dardos negras aves en picada hiriendo el pavimento
(...)
Paciente como una letanía mi hijo aletea en el fondo de mí luego se escurre
Aquí todo es asfixia bebé lengua en pena bebé un cianótico gesto impidiendo arde la sed exenta de palabras exento de fluidos se nos agota el aire
Se evapora el agua de ese río se transforma y trastorna se hace sangre en la tierra el agua de ese río
El gran río que arrastra entre su oleaje metáforas de vida a esta hora arrastra sin embargo dislocadas falanges vagos torsos rasgadas pantorrillas que por su lecho avanzan
Légamo tálamo limo ¿qué se hará dime entonces el polvo de la tierra adónde volverá?
(Fragmento Pez, 2005).
"LA CIUDAD DE NUEVA YORK PROTAGONIZA MI LIBRO PEZ"
–¿Cuál ha sido su motivación para llevar a cabo la creación de este nuevo poemario? ¿Obedeció a un solo proceso de escritura o se hizo en varias etapas?
–Usted vive actualmente en Nueva York. ¿Cuánto y de qué manera ha influido esto en Pez, su nuevo poemario?
–¿Reconoce, tomando en cuenta su obra escrita hasta hoy, la consolidación de un estilo diferente?
–Pez es, en realidad un poema de largo aliento que fui escribiendo o, mejor, tejiendo, pacientemente. En un principio, la idea era reflexionar, desde la poesía, respecto de la gestación del cuerpo y la palabra como dos hechos simultáneos o al menos, paralelos. Mientras lo escribía, en el 2001, se atravesó literalmente en el texto una fecha clave, el 11 de septiembre, y en adelante, al tema erótico y biológico de la procreación, se agregó el aspecto tanático, el de la destrucción y la violencia de la guerra global.
–Usted vive actualmente en Nueva York. ¿Cuánto y de qué manera ha influido esto en Pez, su nuevo poemario?
–Nueva York es, de alguna manera, la protagonista del poema o, en todo caso, el contrapunto de ese yo que habla desde la maternidad. Isla-ciudad-Gran Manzana: todos los nombres que la definen son femeninos y así, no es difícil la identificación con esa gran urbe o matria; con todo lo que se mueve y gesta –nace y muere– en su interior. Pero, además, los distintos ritmos poéticos que ensayo en Pez, las medidas y cortes del verso, aspiran a incorporar en el texto toda esa vorágine de voces neoyorquinas, su amplia gama de lenguajes y lenguas, en medio de la crispación emocional que supone el estallido de las Torres Gemelas.
–¿Reconoce, tomando en cuenta su obra escrita hasta hoy, la consolidación de un estilo diferente?
–Prefiero pensar que se trata simplemente de la consolidación de un estilo o, si quieres, de una mirada, de una voz. Lo digo porque Pez insiste en ciertas preocupaciones presentes desde el principio en mi poesía; por ejemplo, la pregunta respecto de la funcionalidad y los límites del lenguaje para mostrar o ser el objeto que nombra. Así también, se preocupa de la relación entre cuerpo y palabra, el empeño y la ilusión de hacer el poema con el cuerpo.
Fragmento de una entrevista a Mariela Dreyfus.
Fuente: La Primera, Lima 26/02/06.
LA CIUDAD, EL VIENTRE Y EL PEZ
Pez reafirma la importancia de Dreyfus en el panorama actual de la poesía peruana contemporánea. La autora de Memorias de Electra (1984), Placer fantasma (1993) y Ónix (2001), nos muestra esta vez el resultado de representar, por medios poéticos, la germinación de un poema, la gestación de un embrión (su hijo) y la experiencia subjetiva de vivir y ser parte de una ciudad (Manhattan) a lo largo de 46 páginas y de un sola composición poética de innumerables variaciones rítmicas.
Pez, más que un poemario es un solo poema, un conjunto de estancias en torno de dos temas que se entrelazan: la gestación de un hijo en el vientre de la madre cuya voz habla en el poema, y la gestación de un siniestro en la ciudad de Nueva York. Ambas culminan y emergen a la luz en el noveno mes del año, un 11 de septiembre.
Se trata de un poemario que articula sus vibraciones fundamentales en torno de la presencia/ausencia de ese umbrío vacío (la Zona Cero es el fantasma que no se enuncia, pero se tantea vertiginosamente, como las posibilidades cognitivas del embrión antes del lenguaje, como lo que es el poema antes de escribirse).
Lo anterior tiene por efecto plantear que el proceso de la escritura asemeja a la preñez del nonato y que la gestación embrionaria y la destrucción de Manhattan es un desarrollo textual en el que el feto/poema/ciudad irá adquiriendo distintos tipos de presencia según los contextos que se presentan en el poemario.
Dreyfus plantea la encrucijada de una ciudad/embrión/poema producto de la proyección ajena, del acto del deseo que no se satisface y se tiende al vacío para perpetuarse o hacer poesía; en resumidas cuentas, un espejismo incapaz de sentir por sí mismo, de sufrir la realidad de la contingencia y la responsabilidad de la autonomía: “la onírica visión que te atormenta la asimilas en mí de mi cinema” (13).
Estamos, pues, ante el soporte del milagro de la vida virtual, fantasma y embrión que reside en lo más profundo de quien enuncia el poema y que, en última instancia, es también la base que sostiene la identidad de la voz poética: “Eres porque te sueño y te acaricio te modelo y en ti nazco” (46). El enunciador de Pez se justifica como tal en el hijo por venir, en el poema por venir y, se entiende, en la ciudad reconstruida por venir (una nueva Manhattan vista a los ojos del hijo/poema escrito). Aquí, el carácter ilusorio, fundamentalmente imaginario, de los tres objetos subtendidos por los paralelismos es también su posibilidad de supervivencia.
La ciudad por venir, objeto del poema, paralelo del poema, ha ido a terminar entre ruinas fantasmales cuya presencia traumática la hace imagen precaria y caótica como el estadio fetal al que se accede mediante el análisis más hondo de la conciencia. Pero, debe entenderse, este círculo no es vicioso, sino virtuoso: la condición fantasmal que sella principio y fin es el requisito de la germinación continua, de la atmósfera del vientre materno y del camino que puede recorrer el pez-embrión — a fin de cuentas, el futuro hombre — por sendas siempre nuevas.
Columna: La vaca profana en Portal Terra.cl
(Para llegar a ti
hasta el vértice mismo del delirio
hasta no ser
sino la llama viva y la saeta
que presta
se acicala y aproxima a la consumación
he dejado mis manos
sus dedos que tejían la claridad del día
he dejado mis ojos
la insaciable mentira de su luz)
Ahora
Mi cuerpo es este templo
oscuro y habitado por la espada
de aquel dulce enviado
y también siervo
como yo, del Señor:
su venablo me eleva al penetrarme
acomete y desgarra
el interior
brilla como verdad
quieta y altiva
en el corte
la sangre
y el ardor
Y así, apretada en el Su amor continuaría
Con una muerte tan sabrosa
Que nunca el alma querría salir de ella
Fragmento de:
EN ESTE MURO ASOMÓ EL ANGEL
(Santa Teresa). En Ónix, 2001.
EN ESTE MURO ASOMÓ EL ANGEL
(Santa Teresa). En Ónix, 2001.
ÚLTIMO SUEÑO
Despertar sobre un prado
Donde la noche arde
En la estepa amarilla
Alguien se inmola
Una desconocida cuyo nombre
Repiten a coro los caballos
El prado es circular
En la cima
El caballo que más ama a maría
Se encabrita en dos patas para cantar su amor
Ancas y cola
Forman un haz de luz en el tinglado
«detente maría», carraspea el corcel
«no te aproximes ciega hacia el abismo»
mas el peso del animal
—y su estertor supremo—
lo llevan en picada rumbo a ella
cae sobre maría
—ella tiembla—
cae sobre la suave música anhelante
maría tiembla seducida
por la clara osamenta del caballo
en los golpes equinos que recibe
su corazón esboza una sonrisa
es dulce el juego que a pasión reclama
no importa que al sentir arda la llama.
(De Ónix, 2001)
LA PAZ SEA CONMIGO
Nunca veré
oh luz bondad del limbo
dónde residen las controversias
de dos cerebros rodantes que se cruzan
y al borde del abismo chocan
caen
manan sangre
(Como el Principio y el Fin
el Tú y el Yo
son imanes en ataque, perturbados
cuyas flechas en ristre
no perforan mis dominios.)
Abajo el ave azor algo me chilla
y he advertido el grito sordo de la corneja
su huida siniestra.
Mas nada aquí, en mi lecho de vuelo
estorba, oh paz
la perfecta supremacía del Armónico.
(De Placer Fantasma, 1993).
MEMORIA DE ELECTRA
Soy un hombre.
He construido un templo
donde mi virilidad no tiene límites.
Cinco vírgenes me rodeande
día las desnudo al contemplarlas
de noche cubro sus cuerpos
con mi semen angustioso y renovado.
Esta necesidad
me viene de muy niño;
cuando intentaba soñar
me despertaban los gemidos
de mi madre y de su amante.
Pero soy un hombre.
Que nadie se atreva
a profanar mis reinos.
(De Memorias de Electra, 1984)
ENTRE LAS CUATRO PAREDES
ENTRE LAS CUATRO PAREDES de mi cuarto,
el mundo se suaviza.
Esta tarde, poseída a plenitud, meteórica, pinté un poema
sobre una maderita que ahora luce junto al niño Jesús.
Los libros que se amontonan, obstruyen el camino y la limpieza:
de no haberte cruzado por mi vida, yo no sabría leer.
A las 5 p.m. la enfermedad es una buena disculpa
A las 5 p.m. la enfermedad es una buena disculpa
para esperarte solitaria en la ventana, cuando
tengo el pecho apretado y este aire me asfixia.
Pobre hígado, es como haber probado éter
y estar bajo el dominio de la presión o la temperatura.
El tiempo transcurre en el poema, mi frente hierve
El tiempo transcurre en el poema, mi frente hierve
tú, entre nervioso y displicente, te apuras en mover
un poco de azúcar en el café pasado.
Es hora de apurarse, de dejar que cada poro de mi cuerpo
diga lo que tiene que decir.
(En estas circunstancias, no es difícil pensar en el adiós
y toda confesión se vuelve perentoria.)
Cada una de las edades que conforman mi edad
pasarán turbulentas y yo volveré a ser
la jovencita que a los quince estuvo a punto de sucumbir
pero que aún respira.
(De Memorias de Electra, 1984)
domingo, 20 de abril de 2008
KLOAKA
Mary Soto, Domingo de Ramos, José Velarde, Róger
Santiváñez, Mariela Dreyfus, Edián Novoa y Guillermo Gutiérrez, en El Agustino
(1982).
"Uno es marginal ante un grupo que lo margina. Pero un subterráneo tiene una opción, ha decidido vivir en las cloacas".
Roger Santiváñez junto a Mariela Dreyfus, Gutiérrez y Novoa forman un grupo poético relevante para la poesía del 80 que, junto con aquella que es escrita por mujeres (Carmen Ollé, Rocío Silva Santisteban, Rossella Di Paolo) constituyen lo más interesante de esa década. El núcleo inicial de Kloaka (1982-1984) se expandió con la incorporación en sus filas de los poetas Domingo de Ramos, Velarde, Heredia, Soto y otros como los pintores Polanco o Fernando Bryce.
Es interesante notar la interrelación entre los ritmos y decisiones de un colectivo literario-artístico, y la realidad de un período histórico; porque ello es cabal muestra de que la creación y el arte, más aun en sus momentos y expresiones álgidos como le tocó vivir a Kloaka, a su manera marchan de la mano de los cursos sociales en la historia, y que en este flujo los creadores y su obra van adquiriendo su carácter específico, su personalidad más reconocible.
Kloaka no fue ajeno a ello, y su sello estuvo signado por su irreverencia antiburguesa y su recordada rebeldía anarca contra la cultura y el poder establecidos. Dicho esto así puede sonar demasiado general, pero se verá que es la más justa caracterización de aquella experiencia. (…) Fue un colectivo que se pretendió contra-cultural y al margen de todo reconocimiento formal o académico. Una señal de las limitaciones aludidas anteriormente de una expresión contracultural que, contradictoriamente, se ha procesado mediante un código de escritura altamente sofisticado y, en principio, elitista como es en nuestro país la moderna poesía escrita en castellano.
El grupo poético Kloaka, asume su condición de sujetos marginales con relación al rock subterráneo, el erotismo desenfrenado, la mística, la jerga, la bohemia. Un discurso liberador y a la vez sórdido. El cuerpo completamente liberado por la mística y por la droga. La poética central estuvo caracterizada por una actitud hipercoloquial desarrollada en códigos icónicos subalternos. Una poesía que parte de la esquizofrenia y la lumpenización de la enunciación poética (…).
Ángeles L., César: «22 años del Movimiento Kloaka», en Ciberayllu [http://www.andes.missouri.edu/andes/Comentario/CAL_Kloaka22.html]
viernes, 18 de abril de 2008
MUJER MIRANDO AL SUR
¿Cuánto tiempo se padece un país, su histórica mentira, las trampas que nos tiende la política?
Llevo a Lima en la piel, en la tarde cansada donde caen y mueren lentamente los sueños. Nómada de mi ciudad, la recorro y la odio con ternura: plazuelas de su centro donde vuelan palomas o reza una beata o canta un borrachín; húmedos parques o estadios donde los cuerpos verticales se rozan; avenidas del cloro donde los jóvenes gozan o protestan rodeados de ese humo que sigiloso brota tanto así de los porros como de la policía. Brumosas glorietas de Magdalena, puentecito escondido de Barranco, altas veredas de Lince, estrechos callejones de Breña, mar no tan azul de Miraflores: me desvinculo –sólo por hoy– de vuestros nombres, de vuestros círculos de herrumbre y soledad.
Poesía peruana actual: ni etiquetas ni guetos,
por Mariela Dreyfus.
jueves, 17 de abril de 2008
Anne Waldman recita un poema de César Vallejo en inglés y Mariela Dreyfus lo hace en castellano. Se trata de "Quedeme a calentar la tinta en que me ahogo".
***
Quedeme a calentar la tinta en que me ahogo
y a escuchar mi caverna alternativa,
noches de tacto, días de abstracción.
Se estremeció la incógnita en mi amígdala
y crují de una anual melancolía,
noches de sol, días de luna, ocasos de París.
Y todavía, hoy mismo, al atardecer,
digiero sacratísimas constancias,
noches de madre, días de biznieta
bicolor, voluptuosa, urgente, linda.
Y aún
alcanzo, llego hasta mí en avión de dos asientos,
bajo la mañana doméstica y la bruma
que emergió eternamente de un instante.
Y todavía,
aun ahora,
al cabo del cometa en que he ganado
mi bacilo feliz y doctoral,
he aquí que caliente, oyente, tierro, sol y luno,i
incógnito atravieso el cementerio,
tomo a la izquierda, hiendo
la yerba con un par de endecasílabos,
años de tumba, litros de infinito,
tinta, pluma, ladrillos y perdones.
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