Mary Soto, Domingo de Ramos, José Velarde, Róger
Santiváñez, Mariela Dreyfus, Edián Novoa y Guillermo Gutiérrez, en El Agustino
(1982).
"Uno es marginal ante un grupo que lo margina. Pero un subterráneo tiene una opción, ha decidido vivir en las cloacas".
Es interesante notar la interrelación entre los ritmos y decisiones de un colectivo literario-artístico, y la realidad de un período histórico; porque ello es cabal muestra de que la creación y el arte, más aun en sus momentos y expresiones álgidos como le tocó vivir a Kloaka, a su manera marchan de la mano de los cursos sociales en la historia, y que en este flujo los creadores y su obra van adquiriendo su carácter específico, su personalidad más reconocible.
Kloaka no fue ajeno a ello, y su sello estuvo signado por su irreverencia antiburguesa y su recordada rebeldía anarca contra la cultura y el poder establecidos. Dicho esto así puede sonar demasiado general, pero se verá que es la más justa caracterización de aquella experiencia. (…) Fue un colectivo que se pretendió contra-cultural y al margen de todo reconocimiento formal o académico. Una señal de las limitaciones aludidas anteriormente de una expresión contracultural que, contradictoriamente, se ha procesado mediante un código de escritura altamente sofisticado y, en principio, elitista como es en nuestro país la moderna poesía escrita en castellano.
El grupo poético Kloaka, asume su condición de sujetos marginales con relación al rock subterráneo, el erotismo desenfrenado, la mística, la jerga, la bohemia. Un discurso liberador y a la vez sórdido. El cuerpo completamente liberado por la mística y por la droga. La poética central estuvo caracterizada por una actitud hipercoloquial desarrollada en códigos icónicos subalternos. Una poesía que parte de la esquizofrenia y la lumpenización de la enunciación poética (…).
Ángeles L., César: «22 años del Movimiento Kloaka», en Ciberayllu [http://www.andes.missouri.edu/andes/Comentario/CAL_Kloaka22.html]
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